Un Oasis de intimidad.
El look intimista, de fantasía y rock & roll de la Candy Box recuerda a una pequeña ópera de paredes aterciopeladas y luz tenue de LEDs. Los murales, de creación propia, cobran vida y muestran la auténtica esencia de Slow: un espacio íntimo, abierto y muy diverso que va cambiando de piel.
Se respira puro cabaret tal y como rezan sus paredes, un oasis dentro del bullicio del cocktail bar y la boite, un espacio donde los mejores colectivos de djs de la ciudad muestran su arte, un espacio donde cenar, celebrar y por supuesto seguir disfrutando de la coctelería, un verdadero oasis.
Todo eso y mucho más hace de Slow un lugar claramente atípico. Las tribus urbanas que en los ochenta y noventa vestían las noches aún pueden verse en Slow, porque el club recupera ese espíritu ecléctico de “nocturnidad y alevosía”. Un sitio, en definitiva, para ir a beber bien y pasarlo aún mejor.
-Cira Lopez-
Prohibida la entrada a menores de 18 años.
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